domingo, 3 de julio de 2011

Paquito a poco

Dom, 03/07/2011.Por Augusto Álvarez Rodrich


La prensa que el presidente Alan García (re) quiere.

La insistencia de los gobernantes por darles premios a periodistas, y el afán de algunos por recibirlos –y hasta creer que los merecen–, parece broma de mal gusto pues con frecuencia es una constatación de relaciones promiscuas entre prensa y poder, lo cual es inconveniente por la distancia indispensable que debe haber con el fin de no mellar la independencia requerida para fiscalizar a la autoridad.

Es, me parece, el caso de la Orden del Sol otorgada por el gobierno del presidente Alan García al director de El Comercio, Francisco Miró Quesada Rada, a través del canciller José Antonio García Belaunde, quien justificó la condecoración, entre otras razones, por su “defensa de la libertad de expresión”.

Se trata de una ironía lamentable pues la ceremonia ocurrió justo dos días después de que el Grupo El Comercio cancelara el programa Prensa Libre de la periodista Rosa María Palacios por obvias razones políticas camufladas con el eufemismo de la ‘no renovación de contrato’ en busca de entretenimiento, salvo que el presidente Alan García –quien en estos días alardea con que “ningún periodista podrá quejarse de mi gobierno”– piense que la libertad de expresión se defiende celebrando el despido de periodistas que –como debe ser– son incómodos, pues lo otro, el franeleo, no es precisamente periodismo.

El condecorado podría alegar que él no decidió el despido sino los seis representantes de El Comercio en América TV –Luis Miró Quesada Valega, Martha Meier Miró Quesada, José Antonio Miró Quesada, José Antonio García Miró, Pablo Llona y César Pardo Figueroa–, quienes asumen, de ese modo, personalmente, este grave atropello a la libertad de expresión.

Pero un director de periódico, especialmente si cree merecer una condecoración por defender la libertad de expresión, marca posición con sus opiniones en lugar de por sus silencios, salvo que esté dispuesto a todo para conservar el puesto; que quiera acogerse al argumento lamentable expresado ayer en su página editorial de que los periodistas deben oler cuándo incomodan a sus jefes para renunciar a tiempo y evitarles el mal rato de tener que despedirlos; o que alegue que él está pintado en la pared porque la dirección real la ejerce su prima.

La condecoración del gobierno al director de El Comercio es, por ello, en este contexto, lamentable y sospechosa, lo cual quedó en evidencia con el comunicado de IPYS que detalla los incumplimientos de dicho diario, durante la reciente campaña electoral, a los fundamentos de un periodismo digno, y el hostigamiento –incluyendo el despido– a los periodistas que no estuvieron dispuestos a sumarse a dicha comparsa penosa y a actuar como integrantes de una redacción zombi.

¿Con qué cara se aparecerá Francisco Miró Quesada Rada en la próxima reunión de la SIP cuando se hable sobre la defensa de la libertad de expresión en el continente?

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