miércoles, 13 de julio de 2011

CLAVOS EN LA CERCA

Había una vez un niño que tenía muy mal carácter.
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Su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debía clavar un clavo en la cerca.
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El primer día el niño había clavado 37 clavos en esa cerca.
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Al paso de las siguientes semanas, mientras aprendía a controlarse, el número de clavos puestos en la cerca empezó a mermar. El niño descubrió que era más fácil controlar su temperamento que estar poniendo clavos en la cerca.
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Finalmente llegó el día cuando el niño por completo ya no perdió el control. Vino y se lo dijo a su Padre y el padre indicó al niño que ahora sacara un clavo por cada día que había podido contener su enojo.
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Los días pasaron y el niño pudo al fin terminar y fue y dijo a su padre que ya todos los clavos habían sido sacados.
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El padre tomó al niño de la mano y lo llevó junto a la cerca y le dijo: Lo has hecho muy bien, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la cerca. La cerca ya nunca será la misma.
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Cuando ofendes de palabra en enojo, esas palabras dejan una cicatriz como estos hoyos. Puedes enterrar un cuchillo en un hombre y sacarlo, pero no importa cuantas veces digas que lo lamentas, la herida va a permanecer allí. Una herida verbal afecta tanto como una física.
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Recuerda que los amigos son en verdad joyas raras y difíciles de encontrar; te hacen sonreír y te alientan a triunfar. Te escuchan, alaban todo lo que haces y siempre tienen su corazón abierto para ti.

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