Lo que está en juego el próximo año
Por: Diana Seminario Marón
Domingo 17 de Octubre del 2010
A medio año de las elecciones presidenciales y aún sin saber quién será la alcaldesa de Lima, ya se empieza a respirar en el país un nuevo ambiente electoral. Sobre todo luego de ver dejar el sillón de la Alcaldía de Lima a Luis Castañeda Lossio, quien, si bien aún no ha hecho oficial su postulación, tiene gestos de candidato que se dejaron ver claramente el pasado lunes cuando abandonó la municipalidad, cumpliendo el requisito legal de dejar el cargo seis meses antes si pretende postular a la Presidencia de la República.
Una vez más surge la pregunta: ¿Quién gobernará el país los próximos cinco años?
La elección venidera es particularmente especial. En esta, a diferencia de la del 2001, no nos jugamos la vida para retomar los caminos de la democracia y, a diferencia de la del 2006, confiamos en no ir “por el mal menor”.
En el 2011 el Perú que reciba quien gobernará el país será el único que logró crecer en tiempos de crisis, será aquel que entró en la senda que lleva al desarrollo, pero también es el país en el que la redistribución aún no alcanza los niveles esperados, pese a que se ha avanzado en disminuir la pobreza.
En la próxima elección estaremos definiendo si verdaderamente queremos avanzar para salir del subdesarrollo o preferimos seguir formando parte del Tercer Mundo.
Ante ese panorama vemos que, salvo las candidaturas cantadas, no se avizora aún nada nuevo en el horizonte, apenas algunas alternativas de izquierda que, con el despunte de Susana Villarán en Lima, se han animado a pensar seriamente en el 2011 y a mirar con recelo a Ollanta Humala y cualquier atisbo de izquierda radical, pese a que estos últimos la llevaron de la mano en el camino de la lid municipal recién terminada.
No solo Villarán ha deslindado de Humala, también lo han hecho Marco Arana y Yehude Simon, quienes si bien afirman que esta distancia se da debido a que no concuerdan con una izquierda estatista, no sabemos qué pasaría si el líder del Partido Nacionalista decide ponerse un traje a la medida de aquellos que por el momento prefieren verlo de lejos.
Sin ánimo de polarizar entre derechas e izquierdas, es importante marcar desde ya la cancha entre candidaturas que aspiran a respetar la democracia y el Estado de derecho frente a aquellas que se inclinan por estilos totalitarios e intolerantes. Y también debemos evaluar entre quienes propugnan la inversión responsable que genera más puestos de trabajo digno, y los que se oponen a esta y proponen falsos nacionalismos que afectan a quienes precisamente ellos dicen defender.
Si la izquierda pretende un papel protagónico, debe considerar que el Perú de hoy no es el mismo de hace 40 años.
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