viernes, 7 de octubre de 2011

Al final, la vida (y la muerte) sigue igual

Augusto Álvarez Rodrich


La invitación/interpelación a la
ministra García Naranjo.


La presentación de la ministra Aída García Naranjo ayer en el Congreso le habrá permitido establecer que los alimentos en Redondo –el caserío de Cajamarca donde se produjo la penosa muerte de tres niños– no estaban contaminados, pero no le ayudó mucho a fortalecer su posición política en el gobierno, y la debilita frente a un eventual relevo ministerial dentro de unos meses.

Su explicación central estuvo en la debilidad institucional del Pronaa acumulada por gestiones anteriores que, como la aprista, no se ocuparon de modernizarla. De hecho, un congresista interpelador de hoy, Alejandro Aguinaga, fue ministro hace doce años cuando 24 niños se envenenaron en Tauccamarca.

El problema de la ministra García Naranjo es que ella tampoco planteó, desde el inicio de su gestión, la reestructuración que ahora sí se demanda con urgencia, quizá porque esta entidad iba a pasar al nuevo Ministerio de Inclusión Social.

Lo penoso es que ni las preguntas planteadas en el mediocre cuestionario de interpelación a García Naranjo –un proceso que no se ha detenido por la sesión parlamentaria de ayer–, ni la mayoría de las intervenciones realizadas por los congresistas durante el debate, apuntaron al meollo del problema.

Tampoco se transmitió la compasión indispensable por la muerte de los tres niños cajamarquinos. Junto con la escasa capacidad de reacción inicial de García Naranjo, la actitud de algunos congresistas de oposición fue lamentable, pareciendo que se regocijaban con la oportunidad de mellar al gobierno.

A favor de la salida inmediata de García Naranjo del gabinete estaría el efecto positivo para el gobierno de la decisión de retirar a los responsables de sectores donde se produzcan fallas gruesas. Y esta lo es por la muerte penosa de tres niños. Sería injusto responsabilizar a la ministra por el envenenamiento de los infantes, pero siempre hay una responsabilidad política en el ejercicio de la función pública. Asimismo, está la falta de gestos oportunos de solidaridad de su parte ante esta tragedia.

En contra de su salida estaría el hecho de que ella no es responsable directa de estas muertes, así como la victoria política que se le otorgaría a una oposición que parece más interesada en afianzarse políticamente que en la muerte de los niños.

Lo más probable:

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1) En el corto plazo no saldrá la ministra García Naranjo pero su posición se ha debilitado y, salvo que tenga una recuperación notable, se irá en el primer recambio ministerial que ocurra.

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2) La oposición seguirá buscando una próxima ‘víctima política’ para reforzarse.

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3) Los niños pobres de los caseríos como Redondo seguirán viviendo en condiciones penosas de alto riesgo.

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