Presentamos extractos de la entrevista que dimos a “Hildebrandt en sus trece”, realizada por Juana Gallegos, Edición # 50, 8 de abril del 2010. “¿Qué pasaría si cambiamos algunos aspectos del modelo económico, significaría que “nos vamos al abismo”? Parto de dos premisas. Uno: una nueva relación entre Estado y mercado. La economía del Perú, a diferencia de otros países de América Latina, ha quedado sustentada en la preeminencia del mercado y de las inversiones, así en general. Dos: el tipo de crecimiento económico debe traducirse en la diversificación del aparato productivo. No podemos quedarnos como un país primario-exportador donde el 70% de las exportaciones son minerales y petróleo. Debemos avanzar hasta invertir esta proporción. Se necesita un Estado que guíe la inserción del país en una perspectiva que nos haga más competitivos. Tenemos la más baja inversión en ciencia y tecnología, solo el 0,15% del PBI, mientras que en Chile es 0,80% y en Francia es 3%. ¿Qué sucedería si ponemos un impuesto a las sobreganancias? Hay empresas mineras que tienen contratos de estabilidad tributaria y que están blindados por la Constitución. Solo pueden ser modificados por acuerdo de las partes, sin considerar siquiera la intervención del Congreso. Fíjese, la ganancia de las empresas ha crecido desde los 90 cuando empezó la inversión. El precio del cobre, por ejemplo, era 90 centavos de dólar por libra y ahora está en US$ 4,30. Ya recuperaron su inversión, no habría ningún problema en negociar con las mineras. Pero, claro, ninguna te va a decir que va a dar parte de su ganancia voluntariamente. Tiene que haber un gobierno con voluntad política para hacerlo y plantearles que el Perú necesita una mayor participación en la explotación de sus recursos naturales. Es un mito que eso significaría romper con el modelo. Radical sería otorgar subsidios indiscriminados o controlar la tasa de cambio. Es más, parece que nadie se ha dado cuenta de que existe el óbolo minero y que, más allá de que se trata de un monto pequeño, es el reconocimiento de que hay una ganancia extraordinaria. ¿Qué pasaría si fortalecemos a las instituciones reguladoras del Estado? Además de Osinergmin y Osiptel, mire lo que pasa con Indecopi: se ha bajado el IGV y los aranceles para las medicinas contra el cáncer y el sida y los precios siguen igual de altos. Los únicos ganadores aquí terminan siendo los laboratorios que ponen de pretexto que “en el país hay libertad de precios”. Entonces mejor que restituyan el IGV para que el Estado no deje de recaudar ingresos tributarios. Mire lo que pasa con las AFP, que cobran lo que les da la gana por comisión. El nivel de ingresos que obtienen supera ampliamente sus gastos. Dicen que eso es así porque estamos en una economía de “libre mercado”. La Superintendencia de Banca y Seguros plantea un proyecto de ley para regularlos y responden “es un acto inconstitucional”. Lo que el sentido común dicta a la gente es que, con este modelo, cuando la marea sube no suben todos los botes, suben algunos y no los de ellos. Respecto a las prendas dumping, es extraordinario que se importen ternos por 9 soles y los vendan a 92, hablando de un precio hipotético. En Colombia, por ejemplo, se ha establecido un precio mínimo de 12 dólares para un jean importado, venga de donde venga. Aquí hay prendas que entran a 80 centavos de dólar el kilo y no pasa nada. ¿Es ir contra el modelo revisar la Constitución del 93 respecto a todo aquello que significó desmantelar los derechos laborales? No. No solo es la Constitución del 93. La Ley del Trabajo está congelada en el Congreso desde el 2003, por eso persisten las services, así como las amenazas cuando se forman sindicatos. Estudiar los artículos sobre los derechos laborales no significa ircontra el modelo. Otra cosa sería volver a la estabilidad laboral tipo Velasco que impedía a las empresas despedir a cualquiera. Sin embargo, sin sindicatos importantes los trabajadores no pueden proteger sus derechos, lo dice la OIT. Los que dicen que esto sería “retroceder” son los que, verdaderamente, están atrasados y persisten en escucharse solo a sí mismos, mirándose el ombligo”.
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