viernes, 10 de diciembre de 2010

La hora de una izquierda moderna

Por Enrique Bernales Ballesteros

La política no es una ciencia exacta.
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Sus decisiones se mueven en el campo de la predictibilidad y la estimación del riesgo.
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Sí, la política es riesgo, pero este debe ser razonado.
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Se dice en estos días que Fuerza Social comete un error al saltar al vacío de un camino propio y que correr sola sólo le costará la inscripción.
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Asumimos que verla acompañada, con Toledo por ejemplo, es un buen deseo o un consejo sano.
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Pero esa opción tampoco elimina el riesgo de convertirla en acompañante menor, sin identidad propia, que como proyecto político emergente, suponemos es lo que más interesa ahora a Fuerza Social.
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¿Por qué entonces no preferir el riesgo de una candidatura propia que responda más auténticamente a este perfil de nueva izquierda, moderna y democrática?
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Tal candidatura, además de contar con el respaldo de una lideresa que logró capturar y cautivar Lima, despertaría dos factores de indudable arrastre electoral: simpatía y novedad.
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Se dirá que Villarán no tiene capacidad de endose. Ese argumento pertenece al conservadurismo político, que no acepta la existencia de cambios en el ciudadano peruano.
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Su equivocación radica en que no ve los cambios que se vienen operando en la conducta promedio de los peruanos: mayor autoestima e independencia; seguridad y capacidad para emprender cosas nuevas en lo económico, en lo social y, por tanto, en lo político.
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En un contexto de esta fluidez, es lógico admitir que si Fuerza Social nomina un candidato propio, parte de esa ciudadanía expectante y emprendedora se vuelque hacia ese lado.
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El ciudadano nuevo es concreto y antropomórfico, no vota por estructuras ni organizaciones; vota por personas con talento, carisma, trabajo y decisión para construir un espacio con proyecto.
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El otro argumento de quienes rebaten la potencialidad de Fuerza Social es que ella sólo obtuvo segundos y terceros lugares en varios de los distritos donde compitió.
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Bastaría sumar esos cocientes electorales para caer en la cuenta del enorme potencial de su electorado, lo que le significaría colocar algunos representantes por Lima en el Congreso.
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Fuerza Social cuenta, además con bases en Junín, Cajamarca y San Martín, y con movimientos regionales ajenos al humalismo y a los remanentes de la izquierda marxista de los 80.
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Ven en ella una organización política que ofrece esa opción de modernidad, democracia y justicia a la que aspiran.
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Está también el mayoritario electorado joven y socialmente transversal que apoyó a Susana Villarán y que se constituye como un grupo dinámico en el que los mensajes, muy interesantes en su visión de la sociedad, circulan muy rápido, especialmente en Internet.
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Esta izquierda moderna reconoce el valor y eficacia necesaria del crecimiento económico a través del mercado y no comparte tesis estatistas ni cambios bruscos que asusten a la inversión privada.
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Rechaza los modelos autoritarios, pero reclama, en cambio, inclusión, mejor distribución del ingreso, acabar con la pobreza y construir una sociedad más justa y abierta a las oportunidades para todos.
¿Por qué esa izquierda moderna y sensata sólo es posible en Chile, Brasil o Uruguay?
¿Por qué esa izquierda democrática no podría postular candidato propio a través de Fuerza Social?
Su presencia, con la personalidad que más coherente e inteligentemente la represente en el 2011, debiera ser gravitante para el enriquecimiento del sistema político peruano.

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