¿Internet nos vuelve estúpidos?
EL AUTOR ACABA DE LANZAR AL MERCADO UN LIBRO EN EL QUE INVESTIGA LOS EFECTOS DE LA CULTURA DE INTERNET SOBRE EL CEREBRO. SU CONCLUSIÓN ES QUE NOS HACE MENOS CAPACES DE PENSAR PROFUNDAMENTE
Domingo 6 de Junio del 2010
NUEVA YORK [REUTERS]. Cuando Nicholas Carr comenzó a investigar en su libro si Internet está destrozando nuestras mentes, restringió su acceso a Internet, al correo electrónico y cerró sus cuentas de Twitter y Facebook.
Su nuevo libro “The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains” argumenta que la última tecnología nos hace menos capaces de pensar profundamente. Carr se sintió él mismo tan distraído que no podía trabajar en su libro mientras estaba conectado a la red, como todos los días. “Encontré en mi falta de concentración una gran incapacidad”, dijo Carr a Reuters en una entrevista.
“Por eso abandoné mis cuentas de Facebook y Twitter y me reprimí en el correo electrónico, de tal manera que yo solo lo comprobaba un par de veces al día en lugar de cada 45 segundos”, aseguró.
Carr escribió un artículo para la revista “Atlantic” en el 2008, en que planteó la controvertida pregunta “¿Google nos está haciendo estúpidos?” y en que quería conocer a profundidad cómo Internet cambiaba nuestras mentes.
Su libro explora cómo la sociedad pasó de una tradición oral a la palabra impresa y a Internet. Detalla cómo el cerebro se reprograma para adaptarse a nuevas fuentes de información. Leer en Internet ha cambiado fundamentalmente la manera como usamos nuestro cerebro, dice Carr.
Ante una serie de textos, fotos, videos, música y enlaces a otras páginas web junto a las interrupciones constantes de los mensajes de texto y los mensajes de correo electrónico y actualizaciones de Facebook, blogs, nuestras mentes se han acostumbrado a hacer una lectura rápida, navegar y explorar información. Como resultado, hemos desarrollado habilidades para tomar decisiones rápidas, sobre todo visuales, dice Carr. Pero ahora la mayoría pocas veces lee libros, ensayos o artículos largos que ayudan a concentrarnos y ser introspectivos y contemplativos, indicó.
¿SOMOS BIBLIOTECARIOS?Carr afirma que nos estamos convirtiendo más en bibliotecarios —capaces de encontrar información de forma rápida y discernir mejor las pepitas de oro— que estudiosos que digieren e interpretan la información. Esa falta de concentración afecta a nuestra memoria a largo plazo, lo que hace que muchos de nosotros nos sintamos distraídos, señaló.
Para ilustrarnos, compara la memoria a corto plazo con un dedal y la memoria a largo plazo con una bañera grande. Leer un libro es como llenar la bañera con agua que fluye sin pausa desde un caño con cada dedal de información que se utilizó en el pasado. Por el contrario, Internet es un número ilimitado de caños caudalosos que nos dejan aferrados a dedales de información dispersa para poner en la bañera y haciendo más difícil establecer conexiones y contar con una memoria poderosa.
EL AUTOR ACABA DE LANZAR AL MERCADO UN LIBRO EN EL QUE INVESTIGA LOS EFECTOS DE LA CULTURA DE INTERNET SOBRE EL CEREBRO. SU CONCLUSIÓN ES QUE NOS HACE MENOS CAPACES DE PENSAR PROFUNDAMENTE
Domingo 6 de Junio del 2010
NUEVA YORK [REUTERS]. Cuando Nicholas Carr comenzó a investigar en su libro si Internet está destrozando nuestras mentes, restringió su acceso a Internet, al correo electrónico y cerró sus cuentas de Twitter y Facebook.
Su nuevo libro “The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains” argumenta que la última tecnología nos hace menos capaces de pensar profundamente. Carr se sintió él mismo tan distraído que no podía trabajar en su libro mientras estaba conectado a la red, como todos los días. “Encontré en mi falta de concentración una gran incapacidad”, dijo Carr a Reuters en una entrevista.
“Por eso abandoné mis cuentas de Facebook y Twitter y me reprimí en el correo electrónico, de tal manera que yo solo lo comprobaba un par de veces al día en lugar de cada 45 segundos”, aseguró.
Carr escribió un artículo para la revista “Atlantic” en el 2008, en que planteó la controvertida pregunta “¿Google nos está haciendo estúpidos?” y en que quería conocer a profundidad cómo Internet cambiaba nuestras mentes.
Su libro explora cómo la sociedad pasó de una tradición oral a la palabra impresa y a Internet. Detalla cómo el cerebro se reprograma para adaptarse a nuevas fuentes de información. Leer en Internet ha cambiado fundamentalmente la manera como usamos nuestro cerebro, dice Carr.
Ante una serie de textos, fotos, videos, música y enlaces a otras páginas web junto a las interrupciones constantes de los mensajes de texto y los mensajes de correo electrónico y actualizaciones de Facebook, blogs, nuestras mentes se han acostumbrado a hacer una lectura rápida, navegar y explorar información. Como resultado, hemos desarrollado habilidades para tomar decisiones rápidas, sobre todo visuales, dice Carr. Pero ahora la mayoría pocas veces lee libros, ensayos o artículos largos que ayudan a concentrarnos y ser introspectivos y contemplativos, indicó.
¿SOMOS BIBLIOTECARIOS?Carr afirma que nos estamos convirtiendo más en bibliotecarios —capaces de encontrar información de forma rápida y discernir mejor las pepitas de oro— que estudiosos que digieren e interpretan la información. Esa falta de concentración afecta a nuestra memoria a largo plazo, lo que hace que muchos de nosotros nos sintamos distraídos, señaló.
Para ilustrarnos, compara la memoria a corto plazo con un dedal y la memoria a largo plazo con una bañera grande. Leer un libro es como llenar la bañera con agua que fluye sin pausa desde un caño con cada dedal de información que se utilizó en el pasado. Por el contrario, Internet es un número ilimitado de caños caudalosos que nos dejan aferrados a dedales de información dispersa para poner en la bañera y haciendo más difícil establecer conexiones y contar con una memoria poderosa.
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