sábado, 25 de diciembre de 2010

PECADOS GERENCIALES

Por: Ben Schneider*

Todo líder empresarial debe inspirar a su equipo y, a la vez, exigirle resultados. Mientras más globalizado se vuelve el mercado, más compleja se hace su labor. Al estar sometido a fuertes presiones, puede caer en trampas que a veces son difíciles de visualizar.

Robert H. Schaffer sostiene en el “Harvard Business Review” que hay siete pecados a identificar y evitar.

El primer error está referido a establecer demasiados objetivos, lo que confunde al equipo y lo distrae, aumentando así las probabilidades de fracasar.

El segundo pecado es el no exigir un plan detallado de cómo los objetivos identificados van a ser alcanzados. Está claro que, en las actuales circunstancias, el no contar con una estrategia definida y el no saber cómo ejecutarla constituye un error gravísimo.

El tercer pecado se relaciona con no presionar por lograr mejoras significativas por temor a sobresaturar a un equipo que, de por sí, se ve muy recargado.

El cuarto pecado está referido al concepto del ‘accountability’ y el error se da al no identificar al responsable para alcanzar cada objetivo.

El quinto error está relacionado con la complacencia, cuando el gerente da señales de lo difícil que sería obtener tal o cual logro adicional. Esto claramente condiciona al grupo y lo debilita.

El sexto es lo contrario del quinto: el colaborador condiciona el resultado a lo que el líder pueda lograr y este le sigue el juego.

Y por último, el séptimo error es el más grave. Se refiere a establecer objetivos vagos y difíciles de medir, de manera que el grupo se lanza a realizar actividades que luego no pueden ser relacionadas con el objetivo y el esfuerzo termina siendo inútil.

Siete errores que se convierten en siete pecados gerenciales que hay que identificar y evitar para lograr liderar en esta tormenta que ciertamente plantea retos, pero que ofrece oportunidades espectaculares.

(*) Presidente de Indra en el Perú y director del MBA de la U. del Pacífico.

Navidad en la pobreza

Navidad en la pobreza

Para muchos hogares peruanos, esta Navidad no se diferenciará de las anteriores. Hemos mantenido la democracia, que no es poco, y hemos capeado la crisis, pues el país ha recuperado un buen ritmo de crecimiento del PBI. Pero ya se sabe que las cifras en azul de la macroeconomía no se traducen en bienestar para las mayorías, que pasarán este día como otro más en su sacrificada lucha por la sobrevivencia. 39% de los peruanos son pobres, lo que significa 12 millones de personas.

Gustavo Gutiérrez, en una hermosa reflexión navideña que siempre recordamos, habla de una vieja y arraigada pobreza, la peor y más resistente pandemia que amenaza al pueblo peruano. Y añade que esta situación atenta contra el mensaje de esperanza contenido en la fiesta, aunque no por ello llegue a ocultarlo. Es una disyuntiva que cada año se plantea al cristiano: cómo librarse del matraqueo publicitario que busca hacer de la Navidad una fiesta de consumo, cuando hay tantos compatriotas “con su pobreza a cuestas”, para decirlo en palabras de fray Bartolomé de las Casas.

¿Cómo restituir a la Navidad, en los tiempos que corren, su auténtico espíritu? Acaso recordando, como el mismo Gustavo Gutiérrez evocó un día en nuestras páginas, el sentido del regalo navideño. Regalarle a alguien es reiterar el comportamiento de Dios para con nosotros. Él nos regala a su Hijo, y nosotros regalamos algo para mostrarle la gratuidad de nuestro amor.Por eso, mucha de la real alegría de esta fiesta nos es aportada por el compartir, y al decir esto no pensamos en obsequios costosos sino en pequeñas cosas al alcance de cada uno y que exaltan ese don de dar.

Pero tampoco podemos engañarnos. Hace unos años, el mensaje de Gustavo nos lo recordaba: no bastan los líricos llamados al entendimiento entre los peruanos con motivo del clima navideño. El mensaje bíblico es neto al decirnos que no hay auténtica paz, ni verdadera reconciliación, sin un firme propósito de construirlas. La lucidez, en medio de las sombras que amenazan una frágil e incipiente convivencia democrática, se impone para impedir que los pobres sigan siendo los postergados de siempre.

Es en nombre de esa sociedad fraterna que debemos construir y cuyas semillas son posibles de encontrar en el desinteresado esfuerzo de tantos hombres y mujeres que no se resignan ante la pobreza, que podemos desear a nuestros lectores una Navidad de amor y esperanza. Trabajemos todos para hacerlos posibles en este Perú hirviente y en transición que nos ha tocado vivir

domingo, 19 de diciembre de 2010

El estilo de vida actual: ¿es saludable?

albertogonzales26@hotmail.com


El estilo de vida actual: ¿es saludable? Lic. Elsa Diggs*
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El éxito, el poder y el consumismo (valores de éste siglo) vividos como metas, condicionan los comportamientos humanos ocasionando cambios en su manera de ser.
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El éxito, el poder y el consumismo (valores de éste siglo) vividos como metas, condicionan los comportamientos humanos ocasionando cambios en su manera de ser.Como consecuencia de estos nuevos estilos sociales, el hombre moderno se fue transformando en un individuo: aislado, desesperado por la búsqueda de satisfacciones inmediatas y de manera compulsiva, con ausencia de valores que le sirvan de sustento (crisis de la familia y la sociedad), con la sensación de perdida de control, falta de reglas claras y un aumento progresivo de la dependencia en desmedro de su libertad.De esta manera los comportamientos se modificaron adquiriendo características de adicción, volviendo al individuo vulnerable, especialmente en lo que se refiere a las enfermedades somato-psíquicasSon otro tipo de adicciones, favorecidas por lo habitual, que dan prestigio, consideradas útiles y que están bien valoradas por la sociedad, lo que refuerza su dependencia psíquicaEn relación los estímulos tradicionales (sustancias químicas) de las adicciones conocidas, debemos agregar nuevos estímulos que generen conductas de carácter compulsivo y la sensación de no poder dejar de realizarlas como: el sol, la alimentación (los tipos de alimentos y la forma), el trabajo, el sedentarismo, el sexo, celulares, juego (video-juego), las compras, entre otras. Estas son las “otras drogas”o “las drogas sociales” o “las adicciones comportamentales”
En el CIE-10 define al síndrome de dependencia como:“conjunto de manifestaciones fisiológicas, comportamentales y cognitivas en el cual el consumir una droga o un tipo de ella (podríamos decir drogas sociales), adquiere máxima prioridad para el individuo y se manifiesta como:-el deseo de ingerir o vivencia de compulsión-menor capacidad de control-síntomas somáticos del síndrome de abstinencia-aumento progresivo de la ingesta (podríamos agregar: conducta) para lograr el mismo efecto-abandono de otras fuentes de placer-persistencia al consumo (podríamos decir conducta) a pesar de saber su consecuencia nocivaBasta con la presencia de 3 o más de estos aspectos para hablar de Síndrome de Dependencia
Desde el año 1965 la OMS modifica el término adicción por dependencia (síndrome de dependencia)para el cual, es necesario la existencia de:-vacío afectivo o conflicto interno-un estimulo que le de ilusión de que calmará la angustia-la acción compulsiva-dependencia -síndrome de abstinencia En relación al Síndrome de Abstinencia, su presencia es lo que diferencia la conducta adictiva del habito y costumbre ( según la OMS)
Casi todas las definiciones de Adicción o Síndrome de Dependencia coinciden en considerar el carácter compulsivo del comportamiento; el síndrome de abstinencia (que puede manifestarse física o psíquicamente o de las dos formas) y la dependencia, (que también puede ser física y/o psíquicas).como elementos necesarios para poder referirnos a este cuadro.Es evidente que estos comportamientos los encontramos también con mayor frecuencia en el hombre moderno
En relación a la incidencia de estos nuevos estilos de vida y las enfermedades, en la monografía del grupo de trabajo sobre programas nacionales de lucha contra el cáncer presentado por la OMS (Ginebra Suiza Noviembre 1991, adaptado 2000) se hace referencia a la presencia de éstas nuevas conductas (adicciones) considerándolas factores de riesgo en las enfermedades orgánicas entre las cuales está el cáncer. (tengamos en cuenta que factor de riesgo no significa causa.), como: El sol (la luz ultravioleta): el bronceado por su valor estético, indicador de estatus sociales vivido como hemos definido a los comportamientos adictivos, tiene incidencia en todas las afecciones de la piel hasta inclusive los tumores de piel.
La comida: la comida saturada en grasa animal es factor de riesgo en los tumores de intestino grueso, colesterol; la falta de fibras en las afecciones del colon. Son inducidas socialmente en desmedro de las comidas con pescado, frutas, verduras,(según un estudio sobre propagandas al respecto, la relación es:70% de propaganda en comidas ricas en grasas saturadas, azucares y sal y el 3% en frutas y verduras) también la crisis económica condiciona el tipo de comidas.
El sedentarismo: es un factor de riesgo en desmedro al ejercicio físico y surge como consecuencia de determinadas actividades (computación, TV, tipo de trabajo,) , siendo la actividad física factor protector que favorecen la salud (colesterol, obesidad, tonicidad y en relación a los tumores, favorece la protección a los tumores colon-rectales).
El trabajo: cuando guarda las características de adicción produce: estrés, sedentarismo, aislamiento progresivo del ámbito familiar y de diferentes actividades que le produzcan placer. Son todos factores de riesgo en las enfermedades cardiológicas y gastrointestinales, entre otras. También reciben mucha estimulación social lo que refuerza la adicción.
El sexo: nos plantea dos problemas: a)las iniciaciones tempranas y sus consecuencias emocionales, b)lo virósico por la ignorancia o no, de los hábitos higiénicos : aumento del HPV y los tumores de útero (el 99,7% de los tumores de útero se vinculan con infecciones del HPV)
Nadie discute la incidencia que el tabaco y el alcohol tiene en distintas enfermedades somáticas, desde las cardiológicas hasta las oncológicas: tumores de pulmón, laringe,cavidad bucal, hígado, mama. etc.
Estos comportamientos adictivos (comida, sol, trabajo, cigarrillo, alcohol…etc) no solo afectan a la persona como factores de riesgo en la enfermedad, sino que también influyen en los tratamientos y sus indicaciones. Como en cualquier adicción el Síndrome de Abstinencia estará presenta frente a la suspensión de la conducta adictiva, Pensemos en la quimioterapia y el sol, el colesterol y la comida, el trabajo y la limitación por internación o los tratamientos en si (cambio de actividad), y las respuesta de nuestros pacientes frente a esta nueva realidad:”no me quite el sol por favor-sin él no vivo” “es todo para mi”” Que voy a hacer si no trabajo….”La suspensión de la conducta adictiva nos enfrenta a sintomatologías física-psíquicas que son generadas por el síndrome mismo de abstinencia. Estos síntomas muchas veces no son tenidos en cuenta y pueden ser motivos de sintomatologías confusas y hasta de abandono del tratamiento. Es importante diferenciar la sintomatología del síndrome de las características de la personalidad ya que varía el abordaje de los mismos.Como vemos estos nuevos comportamientos lejos de aproximarnos a la salud nos enfrenta con un verdadero dilema: para vivir en esta sociedad y para no estar marginados ¿debemos adaptarnos al mal menor
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*Lic en Psicología Psico-oncóloga Miembro de la Red de Psico- Socio
- OncologíaMiembro de la AAOC

viernes, 17 de diciembre de 2010

Triunfalismo vano: resultados de PISA 2009. Dr. Tratemberg

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Triunfalismo vano: resultados de PISA 200917 de Diciembre del 2010



LIMA

El Ministerio de Educación dio a conocer los resultados del Perú en las pruebas PISA 2009, que diseñó la OCDE para medir los niveles de dominio de matemáticas, ciencias y lectura por parte de muestras representativas de jóvenes de 15 años de ambos sexos de 65 países del mundo. En las pruebas del 2001, Perú salió en el último lugar de 43 países participantes (28 de ellos de la OCDE) tanto en matemáticas, ciencias y lectura. Ocho años después, Perú sigue entre los coleros, esta vez entre 65 países inscritos (30 de ellos de la OCDE), quedando en el puesto 62 en lectura, 60 en matemáticas y 63 en ciencias, sólo por delante de los subdesarrollados Azerbaiján y Kirguistán, que recién se incorporan (es decir, Perú no superó a ninguno de los que ya lo superaron en el 2001).Nuevamente, en el 2009 están delante del Perú (62) los otros cuatro evaluados que lo adelantaron en el 2001: Chile (43), México (46), Brasil (55) y Argentina (57). A ellos se agregan Uruguay (49) y Colombia (52), que entraron a PISA en el 2006. Nuestro país supera ligeramente sólo al novato Panamá (63). Aunque Perú subió 43 puntos en lectura entre el 2001 y 2009, al lado de Chile (40 pts.), Albania (36 pts.), Indonesia (31 pts.) y Letonia (26 pts.), seguimos en la cola mundial.Los mejores puntajes los obtienen los mismos de siempre, aunque se van alternando en las posiciones de liderazgo: China-Shanghái, Finlandia, China-Hong Kong, Singapur, Canadá, Nueva Zelanda, Japón, Australia, Holanda, Bélgica y Noruega.Por lo que se ve, los cambios curriculares y las políticas de evaluación y capacitación magisterial no han tenido mayor impacto en el desempeño de nuestros jóvenes de 15 años, de allí que no tiene asidero la afirmación del ministro Chang de que siguiendo el camino aprista en cinco años llegaremos a la media mundial.Es evidente que seguimos entre los coleros, por lo que mantener las políticas educativas actuales no parece ser lo más aconsejable. Si no podemos dar saltos grandes en la próxima década, el Perú tendrá el status de un analfabeto en la competitividad mundial.

El jefe psicópata. Radiografía de un depredador". Dr. Hugo Marietan.


El psicópata con poder está en su salsa.
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Su natural narcisismo le devuelve una y otra vez una imagen embellecida que justifica, en todo, su accionar; no hay resquicio, en su mente, para el error propio.
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Sin error no hay arrepentimiento y sin arrepentimiento no hay corrección del rumbo, sino persistencia.
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Su obrar psicopático se ajusta a sus códigos propios y lo hace impermeable e intolerante a las críticas. El que lo critica no es un adversario, sino un enemigo.
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El líder no psicópata adversario del psicópata, en cambio, es una persona que dirige personas y basa su poder en el consenso, en la discusión.
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Al no saber que se opone a un psicópata trata de elaborar sus estrategias basadas en un error: la empatía, “si yo estuviese en su lugar…”.
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El psicópata no piensa como él, no es empático. Es un depredador voraz e impiadoso.
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Espero contar con un lector que se atreva a lo nuevo, que se despoje de prejuicios e ideologías, que no confunda distinguir con discriminar, y que me acompañe en este apasionante laberinto de desmesuras que conforman la mente del psicópata (Hugo Marietan).
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Fragamento del capítulo dos del libro (tipos de jefes psicópatas)
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Algunos de los personajes del poder:
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El fanático es un tipo de personaje que toma las consignas del poderoso como un dogma y no utiliza ningún tipo de criterio para pensarlas o criticarlas. Para el fanático, lo que dice el poderoso es lo que es, y ciegamente debe cumplir las órdenes que le dan. El fanático, a su vez, es un adoctrinador constante. En función de su automatismo es un elemento peligroso para la sociedad, sobre todo para aquellos que son opositores al régimen imperante. El fanático está movido por la fe, es absolutamente irracional y no median en su accionar intereses propios objetivos, es decir, no lo hace por un interés económico o para generar poder él mismo, sino que lo hace por una convicción y una certeza incontrastable. Puede morir defendiendo al poderoso o a su lema y es el último en ser reducido cuando se acaba el período del poderoso.
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Difícilmente el fanático cambie de bandera; cuando su líder es derrocado se sume en el resentimiento y la añoranza del tiempo pasado. Es un soldado del poder. El secuaz es el que está en las inmediaciones del poder, en contacto muy cercano al poderoso, quien deposita sobre él un porcentaje de su confianza y le otorga una cuota de poder para que pueda llevar a cabo las acciones accesorias bajo sus órdenes. Es el encargado del trabajo sucio del poder. El poderoso, en realidad, no confía totalmente en nadie. El poderoso lo cubre en todas sus acciones oscuras porque es una herramienta útil del engranaje del poder. Es el encargado de bloquear a los opositores y, en casos graves, de diagramar la supresión de ellos. Es también aquel que se encarga de los factores económicos que contribuyen a agrandar, no lícitamente, las arcas del poder.
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El secuaz maneja recursos y es el depositario de muchos secretos de la trama que se sucede detrás del telón del poder. El secuaz es una persona con ambiciones propias que momentáneamente coinciden con las ambiciones del poderoso. Este tipo de persona es la encargada de negociar el traspaso de poder cuando las circunstancias son desfavorables para el poderoso. La imagen del secuaz para los mandados es odiosa y les resulta incomprensible que permanezca al lado del líder, que muestra siempre una actitud ambivalente en lo externo hacia el secuaz. Este juego está tan bien hecho, cuando es realizado con arte, que los mandados en su mayoría están seguros de que las acciones negativas del poder son ejercidas individualmente por los secuaces a espaldas del líder, quien permanece con su imagen impoluta.
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El influyente realiza el vínculo entre los mandados y los estamentos del poder. Este personaje debe tener un don de gente muy agilizado. Es en realidad un diplomático fuera de la jerarquía de la diplomacia, que es otro de los trucos en la estructura del poder, ya que el influyente consigue las prerrogativas que solicita el mandado, previo acuerdo de los estamentos del poder, que en función de las circunstancias conviene que aparezcan como un favor del influyente hacia el mandado, dejando otra vez libre de culpa y cargo a los estamentos del poder. Estamos hablando aquí del influyente real y no del mentiroso que hace creer que es influyente, pero que, en realidad, es un estafador. El influyente es un negociador que permite acercar al poder aquellas estructuras disidentes que en determinado momento conviene que estén menos críticas o que apoyen ciertos actos de poder. En el campo de la negociación estos actos siempre tienen un costo que beneficia, en parte, a los mandados y, por supuesto, al influyente en sí. El influyente es una especie de comerciante, cuya materia prima de comercio es su acceso a las estructuras de poder. Es un personaje muy voluble y muy dado a cambiar rápidamente de bando cuando cae una estructura de poder. Algunos exagerados los tildan de traidores, pero en realidad son elementos útiles en cualquier esquema de poder. Aun en las revoluciones más recalcitrantes se hace buen uso de estos personajes. Así en la Revolución Francesa un buen porcentaje de nobles pasó a cumplir esta función. Lo mismo pasó en la Revolución de 1917 en Rusia, donde algunos nobles zaristas pasaron a formar parte de la nueva estructura revolucionaria.
El aliado tiene un compromiso transitorio, en función de sus propios intereses de poder, con la estruc¬tura del poderoso. La alianza es el resultado de una negociación donde la estructura del poder debió ceder parte de su poder para conseguir el refuerzo del poder que le otorga el aliado. La relación entre esta estructura y el aliado siempre es metaestable, es decir, requiere una constante atención para controlar el estado de la alianza. Y siempre es insatisfactoria. Para el aliado, no se ha recibido el suficiente poder, y para la estructura, se ha cedido demasiado poder al aliado. Este vínculo inestable permanece mientras se sigan las reglas esta¬blecidas en el contrato de alianza. Detrás de esto siempre subyace la esperanza de la estructura de fagocitar al aliado o a los factores de poder del aliado. Y el aliado, a su vez, espera en algún momento suplantar a la estructura de poder, es decir, son enemigos latentes con máscara de amigos.El negociador es la cara visible, a diferencia de los otros negociadores solapados ya mencionados, el encargado del acercamiento de las posiciones entre la estructura del poder y los disidentes. Generalmente son los que tienen cargos de ministros, secretarios u otro cargo jerárquico y constituyen, en realidad, los fusibles en caso de que las negociaciones salgan mal o que el resultado de las negociaciones sea negativo para los mandados. Estos fusibles, otra vez, son resguardos para la imagen del poderoso. El grado de independencia del negociador es mínimo. Ostenta un poder neta y visiblemente delegado, y aquellos que participan de la negociación tienen claro que es un mero intermediario. El negociador tiene que tener la característica de saber con claridad qué es lo que quiere conseguir el poderoso de la gestión que está realizando. A su vez, el poderoso no le da toda la información, sino sólo aquella fracción de información que le es útil para llevar adelante su gestión. Así, muchos negociadores no tienen idea del efecto real de su negociación. Saben que responde a una táctica del poder, pero desconocen la estrategia completa que guía el accionar de esa ne-gociación. Y esto debe ser así, ya que en el proceso de la negociación, el negociador inevitablemente dejará traslucir intenciones del poderoso. De ahí la precaución de otorgarle sólo una fracción de la información necesaria. No cualquiera puede cumplir este rol, debe ser una persona con un don de gente especial y, a su vez, con una firmeza de carácter que lo mantenga tenazmente en el objetivo mientras aparenta plasticidad frente a los otros negociadores. La negociación en sí es un arte, ya que implica elementos prácticos y efectivos; también influye el talento innato del negociador. Suelen ser personajes muy requeridos para la estructura del poder y de difícil hallazgo, ya que, como sabemos, los técnicos abundan pero los artistas son pocos. Por lo general el negociador no tiene una sólida postura doctrinaria y es también un personaje voluble.
El autor Dr. Hugo Marietán (Bio)Es psiquiatra especializado en psicopatía y escritor. Se desempeña como docente en la Universidad de Buenos Aires, y ha escrito libros de cuentos y teatro. Entre sus obras relacionadas con la psiquiatría puede citarse El complementario y su psicópata (Ananké 2007). Referencias: "El jefe psicópata". Editorial Libros del Zorzal, Argentina.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Haciendo posible el debate sobre la medicina basada en evidencias

14 DIC 10
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Por el Dr. Carlos Tajer
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Haciendo posible el debate sobre la medicina basada en evidencias
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Conviene reflexionar sobre las virtudes y las limitaciones de la MBE para contribuir al debate acerca de los valores de la medicina y su trascendencia.Dr. Carlos D. Tajer ( Director de la
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Revista Argentina de CardiologíaRevista Argentina de Cardiología/Vol 78 Nro5/ Oct 2010
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La medicina basada en evidencias (MBE) es propuesta hoy como la forma “natural” de pensar y practicar la medicina. Aunque ha sido cuestionada con argumentos de lo más diversos (poco humanista, elitista, despreciativa de la experiencia, funcional al comercio de la salud, etc.), las críticas no han conmovido su estructura. Nacida a principios de la década de los noventa, la MBE es sin duda el pensamiento dominante en la medicina de hoy. Sin embargo, cada vez percibimos con mayor claridad las inmensas distorsiones de la práctica médica y el llamado malestar en la medicina. Conviene reflexionar sobre las virtudes y las limitaciones de la MBE para contribuir al debate acerca de los valores de la medicina y su trascendencia.
¿La MBE es un nuevo "paradigma" de la práctica de la medicina?En uno de los artículos más citados de las últimas déca¬das, publicado en 1996 en el British Medical Journal, Sackett afirma que la MBE “es el uso consciente, ex¬plícito y juicioso de las mejores evidencias disponibles para tomar decisiones acerca del cuidado de pacientes individuales”. (1) Y en el párrafo siguiente elige su his-toria: “la MBE tiene sus orígenes filosóficos a mediados del siglo XIX en París…”, es decir, con el surgimiento de la medicina sobre bases científicas fisiopatológicas con Claude Bernard y los conceptos de Louis para el estudio de intervenciones con metodologías rigurosas y comparativas.En esta definición, la MBE se contrapone a la medicina caprichosa y autoritaria, o al pensamiento fisiopatológico sin correlato experimental en la terapéu¬tica clínica. Para sus creadores, se trata de un cambio de paradigma: toda decisión médica debe asentarse conscientemente en el mejor nivel de información sobre las pruebas de su eficacia y limitaciones. Han adoptado aquí el término paradigma de la epistemología de la ciencia de Kuhn en el sentido de que no podría considerarse hoy un pensamiento médico que no re¬mitiera a las evidencias científicas para fundamentar su accionar.En su tríada conceptual, la MBE declara el intento de unificar la mejor evidencia disponible, los valores-preferencias de los pacientes y la experiencia clínica.Quizás el mayor mérito de la MBE es defender una metodología precisa para la evaluación de la información científica y un ordenamiento jerárquico de las evidencias. Aunque los ensayos clínicos con-trolados de grandes dimensiones o el metaanálisis de ellos se consideran como la mejor fuente para la toma de decisiones terapéuticas, la MBE permite pensar los “niveles de evidencia o certeza”, es decir la fuente real de prueba con la que sustentamos nuestras decisiones cotidianas.El impacto conceptual de la MBE sólo pudo consolidarse con la disposición de ensayos clínicos controlados de grandes dimensiones para responder preguntas sencillas pero con implicaciones poblacionales. Es decir, la evaluación de intervenciones que pueden reducir el riesgo de muerte o invalidez, pero cuyo efecto mode¬rado es imposible de deducir de la experiencia médica convencional y sólo se hace visible cuando se trabaja con mayores números. La disponibilidad de esta infor¬mación y el avance de la MBE ha llevado en los últimos años a uniformar poblacionalmente los tratamientos en múltiples patologías comunes, que años atrás eran muy variados de institución en institución o en diferentes comunidades médicas, basadas en costumbre o escuelas de pensamiento.En su primer movimiento, la MBE también representa una defensa de la comunidad frente a la introducción de terapéuticas no validadas o sobre las que se dispone sólo de estudios pequeños o controversiales, pero que pueden ser difundidas por esquemas comerciales de marketing. Colabora así en apariencia para concentrar el gasto médico en procedimientos probados.Cuestinando a la MBE ¿Medicina basada en...?Definida de esta manera, es difícil imaginar una alter¬nativa: ¿cómo se llamaría la medicina que propusiera no utilizar las mejores pruebas disponibles para tomar decisiones? Es posible que haya una trampa en esta pregunta.Estudiosos del lenguaje como George Lakoff (2) han demostrado las grandes ventajas que conlleva enunciar la pregunta para ganar el debate. Veamos un ejemplo: si se propusiera un debate sobre el valor de diferentes “medicinas”, los médicos que practican la homeopatía propondrían como título homeopatía vs. alopatía, mientras que para la concepción médica predominante el debate debería denominarse medici¬na científica (es decir, que acepta por lo menos en su imaginario someter sus hipótesis a experimentaciones o marcos de validación comprobables o refutables) vs. las medicinas alternativas a este modelo. La formulación del título preanuncia la conclusión.Es obvio que el debate no puede expresarse entre la MBE vs. una medicina que no tome en cuenta las pruebas científicas, no basada en evidencias. De hecho, plantearse que la medicina debe estar basada en algo específico, dada su complejidad, es de por sí una defi¬nición ideológica. (3)Explorar el tema requiere una mirada diferente y menos ingenua, que nos permita analizar sus limi¬taciones y el fundamento de los cuestionamientos. Éstos pueden resumirse inicialmente en dos enfoques conceptuales:1. Críticas aceptando su definición: en este caso, el cuestionamiento transcurre en el seno del para¬digma y se concentra en discutir el valor real de prueba que tienen las evidencias disponibles. En la Carta del Director del nº 4 de la RAC de este año (4) se intenta presentar un enfoque crítico en este sentido, ubicando a la producción de eviden¬cias en el contexto histórico actual y los intereses que la subyacen. Así, por ejemplo, frente a una investigación como el ensayo JUPITER (5) con rosuvastatina, asistimos a durísimos debates sobre el valor de sus conclusiones y sus implica¬ciones para el uso de estatinas en la prevención primaria, (6, 7) con posturas antagónicas frente a los mismos resultados, que no son cuestionados en su veracidad. Como otros ejemplos, leemos con cada vez mayor frecuencia metaanálisis del mismo tema con resultados contrastantes (8) o como lo ocurrido recientemente con el estudio CURRENT, un ensayo de grandes dimensiones con resultados negativos, que publica por separado un análisis de un subgrupo beneficiado titulándolo como si fuera un ensayo controlado independiente, transgresión notable a principios metodológicos básicos. (9, 10)2. Críticas que atacan el paradigma y la misma definición de la MBE: obviamente, no instalan el debate proponiendo una medicina no basada en evi¬dencias, sino cambiando el enfoque y cuestionando la presunción de creer que se practica un tipo de medicina autoválida y suficiente, y las limitaciones que esta mirada impone para pensar la realidad compleja de la salud y el accionar médico.Discutamos con mayor detalle lo que la MBE resulta en la realidad médica cotidiana para luego profundizar en los cuestionamientos posibles.¿Funciona en el mundo real de la práctica clínica la MBE?Propuestas conceptuales teóricas y práctica real de la MBELa MBE propone una secuencia para la práctica en cuatro pasos:Paso 1: Formular la pregunta.Paso 2: Buscar la información.Paso 3: Analizar científicamente la información.Paso 4: Desarrollar una conducta hacia el paciente basada en sus conclusiones.Esta propuesta tiene limitaciones conceptuales y prácticas.Paso 1: Formular la preguntaLos pacientes siempre presentan múltiples aspectos que confluyen en la consulta por malestar o posibili-dades diversas de prevención. Formular la pregunta implica necesariamente un recorte de la problemática del paciente a un terreno en el que sentimos que po-demos ayudar. Si un paciente refiere cinco malestares, entre los cuales surge un dolor de pecho, el cardiólogo enfocará su interrogatorio en la precordialgia y quizá descartará el hecho de que no duerme bien o se siente cansado. Un enfoque desde la narrativa del paciente puede proponerse como alternativa facilitando una mirada más abarcadora.Sin embargo, no puedo imaginar la práctica clínica sin reducir algunos de los problemas de los pacientes a preguntas concretas y delimitadas en la búsqueda de diagnósticos y terapéuticas específicas. Que esto cons-tituya una pequeña parte o la totalidad del aporte del encuentro médico hace al modelo de vínculo y pericia del médico, pero no es cuestionable en su relevancia, sin olvidar que muchos de los mejores éxitos terapéuticos en pacientes complejos surgen de cambiar las preguntas o el ángulo de análisis del problema.Proponer la MBE contribuye, consciente o incons¬cientemente, a limitar la mirada médica orientándose a las preguntas que se pueden contestar desde un modelo biomédico. Al no reparar en la complejidad del encuentro médico, no estimula el desarrollo de otras alfabetizaciones necesarias para la práctica médica, como la formación emocional, el debate cultural sobre los valores de la medicina y el sentido en la vida de una enfermedad médica. (11).Es curioso que la autora de uno de los libros más exitosos sobre cómo interpretar ensayos clínicos para la MBE (12) haya luego reparado en estas carencias y complementado su contribución desde la mirada más abarcadora de la narrativa. (13)Hace algunos años se propuso un debate, proba¬blemente imposible en forma global, entre MBE vs. medicina basada en la narrativa. No existe la posibi¬lidad de una medicina que contemple la narrativa del paciente y no tome en cuenta las evidencias científicas experimentales, y sin duda es pobre la MBE si no permite una comunicación adecuada con el paciente y sus valores.Una propuesta de síntesis ha sido la de Narrative EBM, es decir, una medicina basada en evidencia narrativa. (14)Medicina basada en evidencia narrativaExiste actualmente un programa orientado al de¬sarrollo de esta nueva mirada en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Sus autores proponen una lectura del encuentro médico-paciente y la resolución de problemas de la salud tomando en cuenta tres con¬flictos insolubles siempre presentes: entre lo conocido y lo desconocido (o por lo menos entre lo conocible y lo incognoscible), lo universal y lo particular, y el cuerpo y el yo (body/self).Estas tres tensiones o conflictos están reflejados en la tríada de la MBE: evidencia, preferencias/valores y contexto. Sin embargo, la MBE no ha desarrollado mé¬todos salvo, justamente, para el análisis de la evidencia. La intención de la MBE narrativa es contribuir a una formación dinámica que “propone el reconocimiento de la singularidad respecto de los misterios de la en¬fermedad y la atención del yo en el cuerpo, embodied self, como los fundamentos del cuidado de la salud”. “La evidencia clínica examina lo conocido y lo desconocido. Las circunstancias clínicas integran lo universal y lo particular. Los valores de los pacientes hablan tanto del cuerpo como de su yo. A través de la virtud de su capacidad para reconocer las tensiones en juego en forma completa, la medicina narrativa puede aportar a la MBE los métodos para respetar estos tres círculos de atención”. (14)La formación en narrativa, sin embargo, no es sencilla y requiere un entrenamiento en el análisis del discurso, lecturas culturales, grupos, controles, es decir, también una estructura por el momento muy alejada de los recursos y tiempos reales de la práctica médica.Pasos 2 y 3: Buscar la información y analizarla científicamenteFrente a una pregunta, en el mundo ideal de la MBE, el médico consulta la bibliografía original, lee los trabajos disponibles, analiza la validez metodológica y clínica de los resultados, la expresa en términos relativos y absolutos de beneficio o perjuicio. Si en una semana surgieran 20 preguntas, una cifra modesta para un médico que ve 15 pacientes por día en consultorio, y considerando una hora por pregunta, llevaría a la ne¬cesidad de 20 horas semanales de trabajo bibliográfico-científico, además de la condición de base de una sólida formación metodológica. Sackett afirma que sólo el 5% de los médicos canadienses pueden explicar el concepto de intervalo de confianza, resaltando la inexistencia de esta formación. Las evidencias de los relevamientos sobre hábitos demuestran además que los médicos prácticos dedican no más de una hora semanal a las lecturas médicas y que gran parte de lo que se lee son los títulos y conclusiones de los trabajos científicos, así como la literatura de divulgación.En el mejor de los casos, el médico se basa en análisis predigeridos de las evidencias en libros o publicaciones de revisión, o en las guías de práctica clínica. Las guías de práctica clínica han recibido en los últimos años fuertes cuestionamientos, (15) dado que las afirmaciones y recomendaciones tienen niveles de prueba condicionados por creencias a priori o intereses diversos, necesariamente alejados de la presunción de una “evidencia objetiva”. (16)Un estudio en el que participaron médicos norue¬gos interrogó las fuentes de información para tomar decisiones sobre la salud de pacientes individuales. Señalaron en sus respuestas como fuente principal la consulta a los colegas de su misma especialidad (86%), a otros especialistas de confianza (78%) y los libros de texto (76%). (17) Sólo la mitad consulta Medline y sólo el 27% la biblioteca Cochrane, por¬centaje que se incrementó en médicos jóvenes al 50%. En el cuestionario, los médicos atribuyeron la mejora en su práctica médica a lo largo de los años al avance de las investigaciones, pero no al concepto de la MBE. Se ha investigado el tema en otros países con resultados muy similares. (18)El nuevo principio de autoridadEn este caso se observa que la mayoría de las decisiones surgen de un principio de autoridad doblemente despla¬zado: a) al colega que se supone conoce más las pruebas científicas en su campo, y b) a la literatura de revisión, que proviene de grupos académicos entrenados en la in¬terpretación de ensayos clínicos o directores de ensayos clínicos con importantes conflictos de intereses.La ventaja de esta nueva modalidad, como podrían representar las guías de práctica clínica, es que pode¬mos juzgar la solidez de las evidencias aportadas para cada sugerencia. La gran desventaja es el enjambre cada vez más complejo de intereses involucrados en la interpretación de la investigación no orientada al paciente, sino a la ubicación precisa de un lugar de marketing para un dispositivo o un fármaco. No menos compleja es la posibilidad de intentar una me¬dicina gerenciada de escritorio basada en evidencias y orientada a la contención de costos, denominada “científico-burocrática”, que se orienta a un sistema de disciplinamiento de los médicos y vacía a la práctica de la medicina de su esencia. (19)Una propuesta alternativa ha sido desplazar las guías a consensos cooperativos entre especialistas, generalistas, eticistas y planificadores de la salud; un ejemplo de ello es el proyecto NICE (20) de Gran Bre-taña. Como era de esperar, las conclusiones del NICE con frecuencia contrastan con las guías de especialistas vinculados a la industria de los ensayos.Resumiendo este aspecto, los pasos 2 y 3 de la MBE no transcurren de acuerdo con su propuesta original y son reemplazados por otras secuencias en la búsqueda de información confiable. Lo que se mantiene de la propuesta de la MBE es su espíritu crítico: cualquiera que sea la fuente, deberá declarar sus pruebas, que en caso de duda podrán ser exploradas en profundidad.Paso 4: Desarrollar una conducta hacia el paciente basada en sus conclusionesLa traslación de las evidencias leídas a la aplicación práctica hace al arte médico y se da en un marco muy complejo y valorativo. Esto está relacionado con la selección original de la pregunta, es decir, la delimi¬tación de los aspectos que valoramos más relevantes para concentrar nuestra acción. Múltiples limitaciones prácticas condicionarán nuestra decisión. Veamos un ejemplo concreto: existen evidencias de que bajar la presión de 145 a 135 mm Hg tiene impacto preventi¬vo, pero en el caso individual puede ocurrir que: a) el paciente ya esté recibiendo 7 fármacos por problemas diversos y es imposible estimar la eventual interac-ción, o b) no esté recibiendo ninguno, y medicarlo lo hace ingresar al mundo de los medicados, un cambio cultural muy relevante y sobre el que es difícil estimar los efectos que tendrá sobre su calidad de vida o su bienestar personal.Aunque la complejidad de la toma de decisiones frente al paciente individual debería resultar obvia, la MBE omite conceptualmente esta riqueza en su delimitación del campo de acción. Para que se entienda mejor: nadie que proclame a la MBE como esencia del pensamiento médico se opone al análisis del pa¬ciente individual en toda su riqueza. Sin embargo, en la práctica, el predominio de la concepción de la MBE no jerarquiza esta reflexión en sus múltiples dimensiones y así empobrece la mirada médica, y tampoco nos brinda herramientas conceptuales para desarrollarla. Como veremos más adelante, esto cues¬tiona de raíz su pretensión de nuevo paradigma, dado que limita su aporte sólo al análisis de las fuentes de información, pero no contribuye a la evaluación del resto del proceso del acto médico que tiene igual o mayor relevancia.

viernes, 10 de diciembre de 2010

La hora de una izquierda moderna

Por Enrique Bernales Ballesteros

La política no es una ciencia exacta.
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Sus decisiones se mueven en el campo de la predictibilidad y la estimación del riesgo.
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Sí, la política es riesgo, pero este debe ser razonado.
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Se dice en estos días que Fuerza Social comete un error al saltar al vacío de un camino propio y que correr sola sólo le costará la inscripción.
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Asumimos que verla acompañada, con Toledo por ejemplo, es un buen deseo o un consejo sano.
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Pero esa opción tampoco elimina el riesgo de convertirla en acompañante menor, sin identidad propia, que como proyecto político emergente, suponemos es lo que más interesa ahora a Fuerza Social.
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¿Por qué entonces no preferir el riesgo de una candidatura propia que responda más auténticamente a este perfil de nueva izquierda, moderna y democrática?
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Tal candidatura, además de contar con el respaldo de una lideresa que logró capturar y cautivar Lima, despertaría dos factores de indudable arrastre electoral: simpatía y novedad.
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Se dirá que Villarán no tiene capacidad de endose. Ese argumento pertenece al conservadurismo político, que no acepta la existencia de cambios en el ciudadano peruano.
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Su equivocación radica en que no ve los cambios que se vienen operando en la conducta promedio de los peruanos: mayor autoestima e independencia; seguridad y capacidad para emprender cosas nuevas en lo económico, en lo social y, por tanto, en lo político.
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En un contexto de esta fluidez, es lógico admitir que si Fuerza Social nomina un candidato propio, parte de esa ciudadanía expectante y emprendedora se vuelque hacia ese lado.
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El ciudadano nuevo es concreto y antropomórfico, no vota por estructuras ni organizaciones; vota por personas con talento, carisma, trabajo y decisión para construir un espacio con proyecto.
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El otro argumento de quienes rebaten la potencialidad de Fuerza Social es que ella sólo obtuvo segundos y terceros lugares en varios de los distritos donde compitió.
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Bastaría sumar esos cocientes electorales para caer en la cuenta del enorme potencial de su electorado, lo que le significaría colocar algunos representantes por Lima en el Congreso.
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Fuerza Social cuenta, además con bases en Junín, Cajamarca y San Martín, y con movimientos regionales ajenos al humalismo y a los remanentes de la izquierda marxista de los 80.
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Ven en ella una organización política que ofrece esa opción de modernidad, democracia y justicia a la que aspiran.
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Está también el mayoritario electorado joven y socialmente transversal que apoyó a Susana Villarán y que se constituye como un grupo dinámico en el que los mensajes, muy interesantes en su visión de la sociedad, circulan muy rápido, especialmente en Internet.
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Esta izquierda moderna reconoce el valor y eficacia necesaria del crecimiento económico a través del mercado y no comparte tesis estatistas ni cambios bruscos que asusten a la inversión privada.
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Rechaza los modelos autoritarios, pero reclama, en cambio, inclusión, mejor distribución del ingreso, acabar con la pobreza y construir una sociedad más justa y abierta a las oportunidades para todos.
¿Por qué esa izquierda moderna y sensata sólo es posible en Chile, Brasil o Uruguay?
¿Por qué esa izquierda democrática no podría postular candidato propio a través de Fuerza Social?
Su presencia, con la personalidad que más coherente e inteligentemente la represente en el 2011, debiera ser gravitante para el enriquecimiento del sistema político peruano.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Jaime Bayly revela que se reunió con el presidente Alan García

El escritor precisó en su columna en un diario local que en conversación con el mandatario este le indico que ´aunque me metan preso, Humala no será presidente´.
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Jaime Bayly revela que se reunió con el presidente Alan García
El conductor Jaime Bayly realizó una importante confesión en su última columna en un diario local que sin duda remecerá al país, pues precisa que en reunión con el presidente Alan García, este le indicó que impedirá que Ollanta Humala sea el próximo mandatario del Perú. "García dijo algo gravísimo: que si el señor Humala gana las elecciones, él propiciará un golpe de Estado e impedirá, quebrantando la ley, que Ollanta Humala sea presidente. "Aunque me metan preso, Humala no será presidente", escribió. El polémico escritor explica que invitó a cenar a su casa a García y que este lo animó para que sea candidato presidencial en las elecciones del 2011. "Le pregunté cuánto ganaba el presidente del Perú. No parecía saberlo ni preocuparle. Algo así como tres mil dólares al mes, me dijo. Con esa plata no puedo mantener a mi familia por cinco años, le dije. Y no soy ladrón ni tengo ganas de aprender el oficio, añadí", precisó. Luego añade que el presidente "soltó una risotada y sentenció la frase de la noche: "No seas coj..., hombre, la plata llega sola". Bayly culmina su columna indicando que esta noche decidió no ser candidato presidencial en esta elección ni en ninguna otra y que "me prometí que dedicaría lo que me quedase de vida (que no ha de ser mucho) a seguir siendo escritor, un oficio incompatible con el del político profesional".

domingo, 5 de diciembre de 2010

Cultura política y opinión pública

05/12/2010 Por Martín Tanaka


En las últimas semanas han aparecido dos libros con riquísimo material de análisis sobre las percepciones, preferencias y orientaciones políticas de nuestra población; uno es Cultura política de la democracia en el Perú, 2010, de Julio Carrión y Patricia Zárate (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2010); el otro es Opinión pública 1921-2021, de Alfredo Torres (Lima, Aguilar, 2010).
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El texto de Carrión y Zárate es particularmente útil porque ubica el caso peruano en el contexto de las Américas, usando los resultados del Latin American Public Opinion Project que reúne información de 26 países del área. Los resultados confirman las conclusiones de estudios similares: los peruanos somos los que menos apoyamos a la democracia, quienes tenemos los más bajos niveles de confianza interpersonal; además, los que nos sentimos más víctimas de la delincuencia y la corrupción. Se ha llamado la atención sobre lo paradójico de estos resultados, considerando el notable crecimiento económico de los últimos años, la reducción de la pobreza, nuestra relativa estabilidad política, y los avances en institucionalización ocurridos después de la caída del fujimorismo. Carrión y Zárate sugieren, correctamente, que la explicación habría que buscarla en la suma de entusiasmos y decepciones que hemos sufrido los peruanos en las últimas décadas, a lo que yo sumaría el colapso de nuestro sistema de representación política, sin visos de solución.
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Torres, por su lado, llama la atención sobre el hecho de que la inseguridad y la corrupción aparecen en los últimos años como preocupaciones centrales en la ciudadanía, junto a las tradicionales asociadas a la pobreza y la falta de empleo. Y nos da una excelente pista para relacionar esto con la paupérrima legitimidad de las instituciones democráticas en un contexto de crecimiento. Según Torres, “para gran parte de la opinión pública, si el gobierno sostenía que el país estaba mejor y la población no lo sentía, entonces se estaba incrementando la corrupción... [a la opinión pública] le cuesta imaginar que el Estado carece de recursos suficientes para atender todo lo que de él se demanda. El mal desempeño estatal no es atribuido a limitaciones estructurales de un organismo burocrático, sino fundamentalmente a la mala gestión y a la corrupción de las autoridades de turno” (p. 150).
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Torres termina su libro planteando temas claves para los próximos años, camino al Bicentenario, resaltando la importancia del comportamiento ético en nuestras élites y gobernantes. Me permito llevar esa discusión más allá del ámbito de las conductas personales, y llamar la atención sobre la necesidad de construir instituciones que incentiven esas conductas y sancionen su incumplimiento; y de reconstruir nuestro sistema de representación política. En suma, deberíamos darle al desarrollo político la misma importancia que le damos al desarrollo económico.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sobre los cambios en la medicina y la responsabilidad individual


Despotismo de saludSobre los cambios en la medicina y la responsabilidad individual
Por Gonzalo Casino
Despotismo de saludSobre los cambios en la medicina y la responsabilidad individual
Hubo un tiempo no tan lejano en el que los médicos no eran profesionales sanitarios o proveedores de servicios sanitarios (health care provider), como se les llama ahora, sino simplemente médicos. Su trabajo consistía en tratar las enfermedades de la gente y en acompañarles en los trances del nacimiento y la muerte. Muchos de ellos ejercían su profesión guiados por el único faro de su experiencia personal y un bagaje científico elemental. La tecnología médica era más bien rudimentaria y, en general, el poder de la medicina, bastante limitado. La fe de médicos y pacientes en la ciencia y en el arte de curar era también probablemente menor que ahora. Eran, sin duda, otros tiempos.
Entonces las personas no tenían estilos de vida, simplemente tenían vidas. La gente trabajaba y descansaba, alternaba penas y alegrías, tenía hijos y enfermaba, vivía y un día moría. Las diferencias de comportamiento en asuntos como la alimentación, el ejercicio físico, los hábitos de consumo, el sexo o el empleo del tiempo de ocio no se caracterizaban como estilos de vida, un concepto que es considerado actualmente como uno de los pilares de la salud. La diferencia radica en que el estilo de vida es algo que uno elige y la vida es lo que le ocurre a uno, como apuntaba la internista estadounidense Faith T. Fitzgerald en un
artículo publicado en The New England Journal of Medicine el 31 de julio de 1994. Las cosas han cambiado tanto que hoy parece que la salud es algo que uno puede elegir, como un bien de consumo, pero en otro tiempo era simplemente un don, como la vida misma.
En ese tiempo pasado los médicos hablaban más con sus pacientes y estaban menos especializados, y quizá por eso les era más fácil ver a la persona en su conjunto. Tenían más autoridad y la casuística personal tenía un peso determinante en su práctica profesional. No había nacido la medicina basada en la evidencia, que es el actual estandarte del ejercicio médico responsable. Tampoco se había desarrollado la bioética, ni la ingeniería genética, ni la fecundación in vitro, ni tantos otros adelantos técnicos que han llevado a pensar que todo puede ser posible para la medicina. Y, sin embargo, probablemente no había tantos pacientes insatisfechos y médicos descontentos.
Quizá se haya desfigurado el rostro humano de la medicina, pero el tiempo pasado no fue mejor. La medicina es ahora mucho más científica y eficaz, más deliberativa y consciente de sus problemas, que son muchos. Los pacientes empiezan a ser sujetos activos y responsables de su salud, algo sin duda positivo pero que tiene sus sombras: el énfasis desmedido en los estilos de vida (lo que se ha llamado
bioestilismo); la culpabilización y penalización de ciertas conductas de riesgo y, en fin, la imposición de una norma de lo que es bueno para la salud y lo que no lo es. ¿Por qué se culpabiliza al obeso, al drogadicto o al sedentario y no al que hace deportes de alto riesgo? Aunque la responsabilidad personal es clave para la salud individual y la del sistema sanitario, habría que evitar caer en un despotismo de la salud, sobre todo cuando no hay ensayos clínicos u otras pruebas que demuestren que ciertas medidas ahorran costes y no tienen efectos perjudiciales. Además, la vida, la idea de salud y la propia medicina dan muchas vueltas.
Gonzalo Casino (Vigo, España, 1961) es periodista y pintor. Su curiosidad se enfoca hacia las confluencias del arte y la ciencia, el lenguaje y la salud, la neurobiología y la imaginación, la imagen y la palabra. Licenciado en Medicina, con postgrados en edición y bioestadística, trabaja en Barcelona como periodista científico e investigador y docente de comunicación biomédica, además de realizar proyectos individuales y colectivos como artista visual. Ha sido coordinador de las páginas de salud del diario El País y director editorial de Ediciones Doyma (después Elsevier), donde ha escrito desde 1999 y durante 11 años la columna semanal Escepticemia, con el lema “la medicina vista desde Internet y pasada por el saludable filtro del escepticismo”. Ahora ha reanudado esta mirada sobre la salud y sus intersecciones con la biomedicina, la ciencia, el arte, el lenguaje y otros artefactos en Escepticemia.com y en el portal IntraMed.
* Archivo completo de Escepticemia desde 1999